Anécdotas de Don Luis Valverde o Winston Chúrchil (+)

VLtragos

Como a Chúrchil le fascinaba la lectura de libros de magia, roja, negra, verde, blanca y de todos los colores que encontraba en sus andanzas, muchos de sus amigos bohemios como él pero bastante más religiosos creían, claro animados por él mismo, que se había compactado con el diablo.

Una noche de borrachera uno de sus más íntimos amigos, Don Miguel Mafla, más conocido como El Pipón Mafla, le inquirió si eran verdad las murmuraciones que se tejían sobre el supuesto pacto con el oscuro. Chúrchil le dice que es cierto y que si quiere a él también le podría ayudar a entrar en trato con el diablo. Don Miguel, borracho como estaba, acepta la invitación.

Entonces abandonan el lugar en donde se encontraban tomando y Chúrchil toma el camino hacia la quebrada de la Chimba, que queda a la entrada sur de Mira. Una vez en el sitio, se le fue la valentía al Pipón y se negó a entrar allí.

Chúrchil insultándolo y llamándolo cobarde, a empujones le hizo bajar hasta la ribera del riachuelo; todo era oscuridad y silencio, hasta la neblina daba un aire de mayor misterio, tenebrosidad y miedo a la noche. De pronto, el seudo compactado empieza a hacer movimientos misteriosos con los brazos ya balbucir seudos conjuros dirigiéndose a los cuatro puntos cardinales, dizque en el idioma con que se comunicaban los que mantenían tratos con Satán. A esto siguieron una serie de movimientos de baile y enseguida los gritos: ¡Diablo, Diablo, Maestro, ven que te necesito! ¡Te traigo un nuevo sirviente!

Silencio……de nuevo los gritos………….silencio…….De pronto se escucha rodar las piedras de la peña, primero caen algunas pequeñas, luego el ruido se hace más fuerte, toda vez que van cayendo más y más rocas grandes.

Ahí nomás, patitas para que se hicieron, los dos amigos, salen dando tropezones de la quebrada y corriendo como almas que en verdad llevara el diablo regresaron al lugar del que habían salido a su encuentro con el Engañador; ¡Ni para qué decir que el susto los tenía temblando como azogados y, claro, los efectos del alcohol se les había ido a nuestro par de valientes! Pero como las penas, los dolores y los sustos pasan con un trago ¡Pasen otra botellita!

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