Autor: Edgar Padilla Ulloa
El más grande Maestro de la humanidad, fue Jesús, quien, desde niño, sintió la vocación de enseñar. Luego, a lo largo de toda su vida, caminó incansablemente, enseñando la verdad a niños, jóvenes, adultos y a toda la humanidad, utilizando a través del mejor recurso didáctico de ese entonces, la parábola. Utilizando esta estrategia, con ejemplos sencillos, daba verdaderas lecciones de vida a quienes le escuchaban.
A partir del año 1994 el 5 de octubre de cada año, se celebra el Día Mundial de los Docentes, que conmemora la Recomendación conjunta de la OIT y la UNESCO relativa a la situación del personal docente en el mundo, a partir del año 1966.
En nuestro país, el 13 de abril de todos los años se conmemora el Día del Maestro Ecuatoriano, como homenaje al natalicio de Juan María Montalvo Fiallos, nacido el 13 de abril de 1832 en la ciudad de Ambato. Maestro de las letras, la dignidad, el honor y la justicia.
La declaración del Día del Maestro Ecuatoriano, se efectuó el 29 de mayo de 1920 por parte de ese entonces presidente de la República del Ecuador, Dr. Alfredo Baquerizo Moreno.
De entre todas las profesiones, la del Maestro, es la más difícil de desarrollarla, ya que, el docente, además de poseer un acervo muy grande de conocimientos científicos, debe tener algunas cualidades que le permitirán ser un profesional de mucha calidad. Entre estas tenemos:
Dedicación para el trabajo: Debe disponer y emplear todo el tiempo necesario para preparar y desarrollar sus clases dentro del aula; organizar el currículo y cumplir las actividades administrativas propias de su profesión.
Vocación profunda por la enseñanza: Debe sentir el gusto por enseñar, desde lo más profundo de su ser. Demostrar un verdadero apostolado por el magisterio, de tal manera que su trabajo no se convierta en un duro sacrificio, sino en una actividad de alta gratificación personal.
Trato amable: Con autoridades, padres de familia y estudiantes, sin caer en la adulación y el entreguismo, demostrando siempre una actitud positiva y mucha cordialidad con los demás.
Generosidad: Que le permita eliminar dentro de su profesión, el egoísmo, conociendo que tiene la obligación de compartir con total entrega, todos los conocimientos que posee en beneficio de sus alumnos.
Alta responsabilidad para el trabajo: Conociendo que el material humano con quien trata, es el depositario de los saberes que dentro del aula y fuera de ella, tiene la obligación de trasmitir a los alumnos.
Empatía: Sintonizar adecuadamente con todos los protagonistas del hecho educativo, es decir, honesto con las autoridades, afable con los padres de familia, generoso, pero también enérgico con sus alumnos, capaz de lograr la sinergia suficiente para que todos funcionen y se logren éxitos en el quehacer docente.
El Día del Maestro entonces, es la oportunidad para exaltar el trabajo de este profesional que posee todas estas cualidades enumeradas anteriormente y reflexionar acerca de la importancia del docente en la sociedad.
La labor del maestro, de aquel hombre o mujer que tiene la singular capacidad para ser el conductor de la niñez y la juventud, es noble y elevada; su abnegada tarea para entregar su mensaje de cultura, educación y patriotismo debe ser analizada de diversos ángulos y apreciada en la medida de su real valía.
Consideramos que es deber de todos, incluyendo los gobernantes de turno, exaltar la memoria de los ciudadanos, hombres y mujeres, que han dirigido a la niñez y juventud y han honrado a la nación con sus conocimientos; reconocer al profesorado del país por su trabajo denodado y silencioso puesto al servicio de varias generaciones de niños, jóvenes y adultos, porque sin la presencia de estos profesionales de la educación, no habría progreso de las naciones.
Loor al Maestro Ecuatoriano en este día.