– Compadrito: no sufra, no se desespere. Yo le ayudaré a conseguir dinero para todas sus necesidades.
-Gracias, compadrito- le contesté agradecido. Efectivamente yo carecía en absoluto de facilidades para mantener a mi familia.
– Alístese para el viernes.. Ese día lo llevaré a un lugar en donde hallaremos mucha plata.
En efecto, llegó el viernes y mi compadre me llevó a traer plata. Caminamos desde la madrugada por inmensos páramos fríos y solitarios, cuando llegamos a un lugar determinado, mi compadre me bendó los ojos y me dijo:
– No conviene que usted vea cosas que le causarán mucho miedo. Tienen que aparecérsenos toros endemoniados y otros animales raros, así como el diablo que vive bajo una chorrera.
Llevado de la mano caminé con dificultad por laderas precipitadas y densos matorrales.
Al cabo de algunas horas, mi compadre me quitó la venda que llevaba puesta en los ojos, cuando ¡Qué sorpresa! En la peña donde estaba brillaban gruesas venas de plata como si fuesen raíces de un árbol. Mi compadre sacó de un bolso que llevaba un cincel y un martillo y me hizo cortar cuanto yo quise. Cuando creí que el peso era suficiente, decidimos el regreso. Nuevamente me vendó los ojos y me condujo de la mano.
Ya entrada la noche llegué a casa. ¡Qué felicidad, tenía mucha plata para satisfacer todas mis necesidades…!
Será esta una leyenda…? No.
El señor Luciano Andrade Marín publicó en “EL DIA” del 31 de marzo y siguientes de 1932, varios artículos refiriéndose a una solicitud del Procurador General del cabildo a la Real Audiencia, en 1726, pidiendo permiso para que “se pueda comerciar con plata sin acuñar”. Entre otras cosas dice:
“En términos de Mira hay minas tan ricas de plata que se cortaba a cincel y de calidad y que de ellas se fabricaron unos blandones y cruces de plata maciza y tiraba por vales de plata y alhajas que hasta el día de hoy permanecen muchas de ellas”.
Se cree que estas minas están en la zona de Chulte.