Delia María Carrera RuizLa señora Delia María Carrera Ruiz, nació en un pobre y humilde hogar de la populosa ciudad de Mira, el 8 de septiembre de 1901. Sus padres fueron don Alejandro Carrera y la señora Rosa Ruiz. En los albores de su juventud contrae matrimonio con don José Antonio León, de profesión carpintero, con quien procrea a Vicente Heli, Olmedo Nicolás, Marco Bolívar, Rosa Celeste, Fausto Amado y Jorge Arturo.

Entre las décadas del 40 y 50, bajo el radiante sol de los veranos y bajo los fríos invernales que cobijaban al pueblo de Mira, se despuntaba a la par, la sombra de la pobreza.

La falta de acceso a trabajos, bajas remuneraciones del jornalero, campesino, artesano, no permitían cubrir las necesidades básicas de los hogares, por lo que, sus habitantes se vieron forzados a realizar todo tipo de trabajo empleando como herramienta principal sus brazos y su gran espíritu de sobrevivencia.

Es así como nace la legendaria PARTERA DEL PUEBLO, más conocida como Dellita.

A la falta de médicos y centros asistenciales de esta época, pudo más la voluntad férrea y de servicio de la señora Dellita, quien año tras año y de una forma empírica fue desarrollando la experiencia de ayudar a PARIR hasta hacer de esta actividad una profesión que a futuro sería el sustento de sus hijos.

Varios hogares de Mira y los de muchos de sus caseríos fueron visitados por la PARTERA. Sin anestesia, ni guantes esterilizados, sino únicamente sus toscas y tibias manos, llenas de calor por el cariño y don de gentes, permitían conjugar la sonrisa de la madre con el sollozo estridente del recién nacido.

Sin horario alguno, tan sólo al llamado de un útero dilatado, cubríase del frío con sus amplias polleras y su singular pañolón, para acudir presurosa a recibir entre sus manos a un mireño que más tarde seguramente sería su ahijado.

Su carácter recio ayudaba a la doliente en su labor, y bajo la frase ¡PUJE, PUJE NOMÁS! conseguía que el alumbramiento sea todo un éxito. Luego vendría el ritual del baño, la envoltura al niño o niña, claro está con la bayeta, el cunga, la faja, sin olvidar por cierto el pupero; con ello se mantenía el cuerpo del niño en forma rígida para que no se espante y sobre todo para que sus huesos crezcan “derechitos”. En ocasiones en hogares de extrema pobreza, a falta de bayeta servía sus polleras o los ya desaliñados pantalones de alguno de sus hijos. En cambio para la parturienta un rico caldo de pollo de campo, preparado algunas veces por ella misma, no le vendría mal.

Lavar los pañales del recién nacido y atender a la parturienta en su dieta, era lo más común, sin olvidar la encaderada a la madre, pretendiendo con ello retardar un nuevo embarazo.

Como recompensa a su trabajo no era de sorprenderse verla regresar a su casa llevando a sus espaldas, lo que manos agradecidas le brindaban, productos que eran compartidos nuevamente con todos quienes acudían a su casa en busca de albergue o ayuda. Y es que si no acudían a ella, dónde quién más podrían hacerlo?

Los años que llevaba a cuestas, pero sobre todo el agobio, fueron adormeciendo la profesión de la partera, limitándose a ver desde el banco de la vieja carpintería de sus hijos, el transitar de jóvenes y adultos que alguna vez le arrancaron una sonrisa en el que fue el primero de sus llantos.

Muere el 24 de marzo de 1980, dejando el recuerdo de su voz, pero sobre todo legando en sus hijos, el espíritu de solidaridad, trabajo, honestidad y responsabilidad.


Biografía proporcionada por el Sr. Amado León

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