Narrar la historia de la Institución, y pincelar con frases expresivas para crear el ambiente evocador, el pasado glorioso del Colegio “León Ruales”, es como realizar una mirada retrospectiva y trasladarnos por allá al año 1962 y siguientes, cuando en Mira bullía la idea de creación de un colegio. Creemos que por falta de un colegio se perdieron grandes cerebros, que pudieron ser famosos como el Cardenal Pablo Muñoz Vega.

RESUMEN MONOGRAFICO DE LA INSTITUCION

El Párroco de Mira padre Luis Oswaldo Pérez, ilustre sacerdote que sacó al pueblo mireño de su postración. El sugiere en compañía de algunos mireños al gran filántropo mireño de aquel entonces don Luis Enrique León Ruales. Aquel hombre de buen corazón, acoge con simpatía esta iniciativa del pueblo de Mira, y él ofrece la creación de una institución educativa católica. De inmediato ordena la construcción de un local de ladrillo frente al parque, que allí funcione la escuela Católica de Artes y Oficios.  Nuevamente el párroco y otros mireños, observaron que la construcción de este local no era lo más adecuado.  Además, sugieren a don Luis León Ruales, que lo que necesita Mira es una institución de enseñanza media, no una escuela de Artes.  Ante tal sugerencia, don Luis León Ruales llega a contrariarse; y, pasa mucho tiempo para que acepte que se construya el edificio para el funcionamiento del colegio.

El pujante pueblo de Mira se decía por aquel entonces: “es tiempo de sembrar. Ya mi tierra está arada y rastrillada; ya mi tierra está pronta para la germinación.” Hombres de mi pueblo id a buscar aquellos que escriben su plegaria al Señor con la pluma grande de la fe y ciencia.

Un grupo de mireños encabezados por la señorita Teresa Vallejos, hacen el primer contacto con la Madre Provincial de la Comunidad de las Hermanas de la Providencia Sor Marie Leoníe de Buisson y Sor Cecilia Proaño, y son invitadas a que conozcan Mira.

El 4 y 5 de agosto de 1967 llegan a conocer Mira invitadas por el Comité Pro Fundación del Colegio integrado por las autoridades del lugar: Cura Párroco, Padre Galo Rosero Navarrete, un verdadero sacerdote que hace honor al clero carchense, el Teniente Político Sr. Delio Ruiz, Presidente de la Junta Pro Mejoras, señor profesor Leopoldo Padilla, y señorita Marieta Chávez como secretaria y otros entusiastas mireños.

En 1968, Monseñor Clemente de la Vega, obispo de la Diócesis del Carchi y Madre Provincial, Sor Leoné firman el contrato de Fundación del Colegio, en presencia del padre Galo Rosero y otros honorables mireños en la ciudad de Quito.

Es así, como el 27 de septiembre de 1968, “la justicia de Dios premió el esfuerzo hacia el perfeccionamiento” y llegan a este vasto taller de alfarería, un “puñado” de Hermanas de la Providencia, tres educadoras: Sor Ana Noemí Altamirano, Sor Laura Mena y Sor Edilma Recalde.

La inauguración del Colegio “León Ruales” se realizó el 31 de enero de 1969 con todo el alborozo y la alegría de los mireños que veían coronados sus esfuerzos. He aquí el Primer Cuerpo Docente: Sor Ana Noemí Altamirano, como rectora; verdadero pilar fundamental del colegio. Como profesores: Sor Laura Mena, Sor Edilma Recalde, María Coronel, Pilar Guerrero, Laura Proaño, Emperatriz Rosero y Rafael Villacís.

Ingresaron al primer Curso del colegio sesenta y cuatro alumnas, llegando a graduarse 36 mujeres y un varón.

Al poco tiempo de fundado el Colegio, tuvo un enorme problema, que la fuente de entrada para el pago de profesores que eran unas propiedades ubicadas en la zona oriental de Cúnquer, fueron invadidas por los aparceros. Este problema duró más de un año para solucionarse.

La madre rectora Sor Ana Nohemí Altamirano, angustiada y preocupada por el pago a los maestros tuvo que hacer varios sacrificios para conseguir algo para solventar los gastos que requería la Institución. Se cobró una pequeña contribución a los padres de familia con lo cual se cubría los gastos. Ante esta situación las personas responsables de la buena marcha y del funcionamiento del Colegio, a la cabeza el padre Galo Rosero y otros mireños acuden a los poderes centrales a pedir la fiscalización de ocho profesores.

En efecto, el 8 de marzo de 1985 por Acuerdo 19-72 se declara al Colegio “León Ruales” Fiscomicional. Las primeras promociones del estudiantes son Contadoras llegan a ubicarse en excelentes puestos de trabajo. Luego se cambia a la especialidad de Administración.

La visión social de sor Anita Altamirano como rectora del Colegio va más allá y pese a muchas dificultades consigue también el funcionamiento de la Sección Nocturna del Colegio, esto favoreció a muchos adultos que habían quedado relegados de la educación.

Transcurre el tiempo y gracias a otra visionaria rectora del Colegio, Sor Magdalena Yépez, la Institución se amplía físicamente, llegando el Colegio a funcionar en dos zonas, en el sitio rural Las Parcelas el Ciclo Básico que goza de excelente infraestructura y transporte. El Ciclo Diversificado funciona en el centro de la ciudad.

Posteriormente el Colegio “León Ruales” celebró el 30 de abril de 1993 sus BODAS DE PLATA de vida Institucional con la presencia de su Rectora Fundadora que por segunda vez llegó a regentar el colegio.

El Colegio sigue su marcha y ampliando sus horizontes llegando su labor educativa a los dos cantones Mira y Espejo. El año 1994 el colegio “León Ruales” es declarado por el gobierno, como Experimental. Son muchos, muchísimos, los constructores que han colaborado en las diferentes etapas de la vida de la Institución. Imposible de enumerarlos a todos. Autoridades religiosas, entes benéficos como don Luis E. León Ruales y otros: civiles, militares, naciones amigas. Padres de familia, ex-alumnos y otros cooperadores.

Finalmente, merecen un sentido y especial agradecimiento en las personas de Sor Genoveva Muñoz y Sor Anita Altamirano que por tercera vez nos acompaña agradecer a las Hermanas de la Providencia y de la Inmaculada Concepción que levantaron con cariño esta morada del saber que es el Colegio Experimental “León Ruales” de Mira-Carchi.

Hoy que valoramos sus 37 años de vida Institucional. Hoy que valoramos el depositar de esa humildísima ofrenda de simiente, con la esperanza de recoger muchos frutos. Como alguien dijera alguna vez: “Hay que compadecer a cuantos siembran” ¡Ninguno sabe lo que recogerá!

“Porque nadie cosecha lo que no siembra”